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domingo, 25 de julio de 2010

"Las Hermanas Erinias"


En la mitología griega, las Erinias (en griego antiguo Έρινύες Erinúes, de ἐρίνειν erínein, ‘perseguir’) eran personificaciones femeninas de la venganza, que perseguían a los culpables de ciertos crímenes. También se les llamaba Euménides (en griego antiguo Εύμενίδες, ‘benévolas’), antífrasis usada para evitar su ira cuando se pronunciaba su verdadero nombre. Según la tradición, este nombre se habría utilizado por primera vez tras la absolución de Orestes por el Areópago, y luego se usó para aludir al lado bueno de las Erinias.

En Atenas se usaba también eufemísticamente la perífrasis σεμναί θεαί semnai theai, ‘venerables diosas’. También se aludía a ellas como χθόνιαι θεαί chthóniai theaí, ‘diosas ctónicas’, y se les aplicaba el epíteto Praxídiceas (Πραξιδικαι), ‘ejecutoras de las leyes’. Por último, en la mitología romana se les conoce como Furias (en latín Furiæ o Diræ, ‘terribles’).

Según Hesíodo, -poeta de la Antigua Grecia y autor de "Los trabajos y los días", entro otros- las Erinias son hijas de la sangre derramada por Urano sobre Gea cuando su hijo Crono le castró, lo que les otorga la categoría de divinidades ctónicas (que se refiere a deidades del inframundo en la mitología griega).

Su número suele permanecer indeterminado, aunque Virgilio, inspirándose probablemente en una fuente alejandrina, nombraba tres:

* Alecto (Άληκτώ, ‘implacable’), que castiga los delitos morales.
* Megera (Μεγαιρα, ‘seductora’), que castiga los delitos de infidelidad.
* Tisífone (Τισιφονη, ‘vengadora del asesinato’), que castiga los delitos de sangre.

Epiménides las hacía hermanas de las Moiras, hijas de Crono y Eurínome; Esquilo, hijas de Nix, la Noche; y Sófocles, hijas de Gea y Skotos, las Tinieblas. En la tradición órfica, eran hijas de Hades y Perséfone (este compromiso con el mundo infernal aparece también en la Ilíada).

Las Erinias son fuerzas primitivas anteriores a los dioses olímpicos, por lo que no se someten a la autoridad de Zeus. Moraban en el Érebo (o en el Tártaro según la tradición), el inframundo, del que sólo volvían a la Tierra para castigar a los criminales vivos, sometiendo mientras a torturas sin fin a los eternamente condenados. A pesar de su ascendencia divina, los dioses del Olimpo muestran una profunda repulsión hacia estos seres que no toleran. Por su parte, los mortales las temen y huyen de ellas. Es esta marginación y la necesidad de reconocimiento que implica lo que, en la obra de Esquilo, llevará a las Erinias a aceptar el veredicto de Atenea, a pesar de su inagotable sed de venganza.

Son las encargadas de castigar los crímenes durante la vida de sus autores, y no más tarde. No obstante, siendo su campo de acción ilimitado, si el autor del crimen muere, lo perseguirán hasta el inframundo. Justas pero sin piedad, ningún rezo ni sacrificio puede conmoverlas ni impedir que lleven a cabo su tarea. Rechazan las circunstancias atenuantes y castigan todas las ofensas contra la sociedad y la naturaleza como el perjurio, la violación de los ritos de hospitalidad y sobre todo los crímenes o asesinatos contra la familia. En épocas antiguas se creía que los seres humanos no podían ni debían castigar tan horribles crímenes, correspondiendo a las Erinias perseguir al desterrado asesino del fallecido en venganza, hostigándole hasta hacerle enloquecer (de ahí su nombre latino, derivado de «furor»). La tortura sólo cesaba si el criminal encontraba a alguien que le purificase de sus crímenes. Némesis representa un concepto similar, y su función se solapa con la de las Erinias, con la diferencia de que aquélla castigaba las faltas cometidas contra los dioses. La diosa Niké tenía originalmente un papel parecido, como portadora de una victoria justa. Castigaban el hibris o exceso. Prohibían a los adivinos revelar fielmente el futuro para que este conocimiento no acercara al hombre a los dioses.

Se representa a estas hórridas deidades vengadoras como genios femeninos con serpientes enroscadas en sus cabezas entre el pelo, portando látigos y antorchas, y con sangre manando en lugar de lágrimas en los ojos. También se decía que tenían grandes alas de murciélago o pájaro, o el cuerpo de un perro.

Solían ser comparadas con las Gorgonas, las Grayas y las Arpías debido a su espantosa y oscura apariencia y al poco contacto que mantenían con los dioses olímpicos. Atormentan a los que hacen el mal, persiguiéndolos incansablemente sobre la Tierra hasta volverlos locos. En un sentido más amplio, la Erinias representan la rectitud de las cosas dentro del orden establecido, protectoras del cosmos frente al caos. En la Ilíada privan de la palabra a Janto, el caballo de Aquiles, por culpar a los dioses de la muerte de Patroclo y privan de descendencia a Fénix. El filósofo Heráclito decía que si Helios decidía cambiar el curso del Sol a través del cielo, ellas le impedirían hacerlo.

Un mito cuenta que Tisífone se enamoró de Citerón, y terminó provocando su muerte por mordedura de serpiente, concretamente de una de su cabeza.

Publicado por CASC

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